Cultura devuelve su esplendor a dos imágenes de Cristo de la iglesia de la Concepción de Caravaca

Las tallas, que son obras anónimas de los siglos XVII-XVIII, serán sacadas en procesión por la Cofradía de la Misericordia el Miércoles y Viernes Santos, respectivamente

La Consejería de Cultura, Juventud y Deportes, a través de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, ha acometido entre abril de 2007 y enero de 2008, la restauración de las imágenes del Cristo amarrado a la Columna y del Santísimo Cristo de la Misericordia, obras anónimas fechadas en los siglos XVII-XVIII y conservadas en la iglesia de la Concepción de Caravaca de la Cruz.

Ambas pertenecen a la Cofradía del Cristo de la Misericordia, más conocida en Caravaca como Cofradía de los ‘Colorados’ o Paso Encarnado. El Cristo amarrado será sacado en procesión el Miércoles Santo, mientras que el Cristo de la Misericordia lo hace el Viernes Santo en la tarde como imagen titular de la cofradía. Estas labores de restauración “están en la línea de los trabajos que el Centro de Restauración y Conversación de Bienes Culturales de la Comunidad Autónoma está acometiendo para conservar y rehabilitar las muestras más significativas e importantes del patrimonio cultural y que, sin duda alguna, está colocando a la Región en un lugar señero dentro de las políticas de gestión y recuperación del patrimonio cultural”, señala el director general de Bellas Artes y Bienes Culturales, José Miguel Noguera.

El Cristo amarrado es obra de autor anónimo y mide 175 cm de altura; constatada documentalmente ya en el año 1716, se encontraba habitualmente depositada sobre un altar en el interior de la capilla de San Juan de Letrán, en el lateral del Evangelio, de la iglesia de la Concepción. Tradicionalmente se han buscado los referentes regionales de la talla en la escuela de Francisco Salzillo, concretamente en obras con igual iconografía realizadas por el propio escultor, como son el Cristo de la columna de Jumilla y el Cristo del paso de los Azotes de Murcia. Sin embargo, y a pesar de lo que se ha venido afirmando, la escultura caravaqueña no guarda ningún parentesco formal con la producción salzillesca, más allá de los condicionamientos propios de la coincidencia iconográfica. Así, frente a la serenidad de las obras de Salzillo, aun en la tremendista realización jumillana, el amarrado de Caravaca muestra una composición convulsa, que incide en el dramatismo tremendista de la obra, lo cual lleva a proponer una datación anterior a la producción salzillesca y unos referentes formales ajenos a la escultura regional.

El Cristo de la Misericordia es una talla anónima, de 190 cm de altura, que aparece ya documentada en 1722. A lo largo del siglo XVIII fue procesionado en diversas rogativas por la necesidad de lluvia que padecía la villa de Caravaca, acompañando a la Virgen de la Encarnación o a la Santa Cruz. En origen, estuvo situado en el interior de la capilla de San Juan de Letrán de la iglesia de la Concepción. Sin embargo, en 1740, Juan Victorino Iturri promovió la construcción de una capilla abovedada para el Cristo cuya obra fue contratada en 1753 a Diego de la Fuente, la cual fue edificada junto al lateral derecho de la referida capilla de San Juan. Las características formales de la talla remiten a modelos ajenos a los habituales en la escultura regional, acreditando algunos aspectos, como puede ser la talla de los cabellos, su proximidad a modelos andaluces del siglo XVII.


Estado de conservación y proceso de restauración

La restauración de ambas imágenes, acometida en los talleres del Centro de Restauración y Conservación de Bienes Culturales de la Comunidad Autónoma, ha permitido devolver su esplendor original a dos de las más antiguas e interesantes obras de la imaginería procesional de Caravaca. La restauración de ambas tallas ha supuesto una inversión de 24.000 euros.

El Cristo amarrado a la Columna, realizado en madera tallada y policromada con óleo, mostraba un estado de conservación deficiente. La preparación, que es muy fina y de un tono blanco, estaba casi perdida en algunas zonas como consecuencia de las limpiezas y la manipulación. Las piernas estaban completamente repintadas, cubriendo en grandes zonas las policromías originales. La cabeza también se encontraba muy repintada, existiendo zonas recrecidas con yeso, lo que producía distorsiones en el modelado y en las tallas originales. Además, mostraba pequeñas fisuras producidas por los movimientos propios de la madera y de la obra al salir en procesión. También se apreciaban muchos desgastes de color dejando al descubierto la preparación. Por lo demás, una gruesa capa de suciedad que cubría las policromías originales, y presentaba pequeños golpes y rozaduras, especialmente acentuadas en la zona de las manos y pies. La obra tenía un barniz muy brillante y desigual, aglutinado con contaminación y polvo. De intervenciones anteriores quedaban testimonios como las lañas de hierro dispuestas para sujetar diversas grietas.

Inicialmente, tras la realización del correspondiente diagnóstico sobre el estado de conservación y la documentación analítica, se procedió al asentamiento de la capa pictórica. Continuó el proceso de limpieza físico-química y el arreglo de las fisuras. Posteriormente se estucaron las fisuras y las carencias y se aplicó un barnizado intermedio. A continuación se procedió al estucado de carencias previo a la reintegración cromática diferenciada de las mismas, realizada con pigmentos naturales aglutinados con barniz. Un barnizado protector puso el punto final al proceso de restauración.

Por su parte, el Cristo de la Misericordia es una obra realizada en madera tallada y policromada con temple graso y óleo. Su preparación es muy fina y de un tono blanco sucio. También la capa de policromía es muy fina, estando casi perdida en algunas zonas como consecuencia de las limpiezas, la manipulación y besapiés; la pierna adelantada estaba completamente desgastada, viéndose descubierta hasta la madera, que también presentaba zonas erosionadas. No obstante, su problema más importante era la gruesa capa de suciedad que cubría las policromías originales. Además se observaban pequeñas fisuras producidas por los movimientos propios de la madera y de la obra al posesionar. También se detectaron muchos desgastes de color que dejaban al descubierto la preparación. Pequeños golpes y rozaduras más acentuadas en la zona de las manos y pies. La obra tenía un barniz muy brillante y desigual, aglutinado con contaminación y polvo. El brazo derecho presentaba una grieta en la unión con el hombro. La cruz mostraba roturas y pérdidas de soporte. También el oro presentaba desgastes como consecuencia de los roces con el trono y las manipulaciones.

Tras la obtención de la pertinente documentación analítica, se procedió al sentado de color aplicando cola orgánica y calor con espátula caliente. A continuación se realizó la limpieza físico-química de la talla y el arreglo de las grietas que mostraba. La aplicación de un barnizado intermedio dio paso al estucado de fisuras y carencias, tras lo cual se practicó una reintegración cromática diferenciada de las mismas, realizada con pigmentos naturales aglutinados con barniz. Un barnizado protector puso el punto final al proceso de restauración. También se ha procedido al arreglo de los golpes y pérdidas de color de la cruz y a la aplicación de una protección a la misma.

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